Reconozcamos desde el principio que es una pregunta ridícula. Es igual de absurdo que preguntar por el carácter hereditario del gusto por las películas de terror. Lo que posee sentido es preguntar por el carácter hereditario de aquellos factores que contribuyen al logro educativo. Pero vayamos al tajo.
Los mass media están comentando un estudio publicado en PNAS en el que se supone que se demuestra que el rendimiento académico, es decir, las diferencias que separan a los alumnos de 16 años de edad según su nivel de aprovechamiento escolar (por qué algunos superan materias sin problemas, mientras que otros lo pasan fatal y suspenden), está influido por una serie de variables vinculadas a las diferencias genéticas que también les separan.
Los mass media están comentando un estudio publicado en PNAS en el que se supone que se demuestra que el rendimiento académico, es decir, las diferencias que separan a los alumnos de 16 años de edad según su nivel de aprovechamiento escolar (por qué algunos superan materias sin problemas, mientras que otros lo pasan fatal y suspenden), está influido por una serie de variables vinculadas a las diferencias genéticas que también les separan.
En resumen, los autores concluyen que
los factores que influyen en que algunos chavales aprueben y otros suspendan
tienen mucho que ver con su equipamiento genético. De hecho, la concordancia calculada
para los gemelos idénticos de este estudio (N = 2115) en rendimiento académico
es del 85%, mientras que para los gemelos no-idénticos (N = 3794) es del 54%.
Por tanto, la heredabilidad sería del 62%.
El rendimiento académico se valora
con una prueba estándar de lengua, ciencias y matemáticas. El número de
variables que se usa para predecir el rendimiento escolar es de 83, pero se
resumen en nueve puntuaciones globales:
(1) Capacidad intelectual (medida con
el test de Raven y el Mill-Hill –vocabulario).
(2) Auto-eficacia educativa
(auto-concepto académico, intereses, actitudes hacia las materias escolares).
(3) Personalidad (extraversión,
cordialidad, responsabilidad, estabilidad emocional, apertura de miras,
optimismo, grit –el invento de Ángela
Lee Duckworth).
(4) Bienestar (satisfacción con la
vida, felicidad, esperanza).
(5) Problemas de conducta señalados
por los padres (hiperactividad, impulsividad, labilidad emocional).
(6) Problemas de conducta señalados
por los chavales (relaciones problemáticas con los demás niños, conducta
antisocial, depresión).
(7) Salud (índice de masa corporal,
madurez, problemas del sueño).
(8) Ambiente escolar (implicación con
la escuela, actitudes hacia la escuela, ambiente de la clase).
(9) Ambiente familiar (caos,
supervisión, apoyo).
Basándose en la evidencia derivada de
la aplicación de modelos multivariados usuales en genética cuantitativa, se
concluye que los predictores del rendimiento académico están influidos
genéticamente:
“Se suele asumir que el esfuerzo está más influido por el
ambiente que la capacidad, y que, por tanto, las diferencias que separan a los
niños en sus logros escolares poseen una naturaleza ambiental
(…)
la capacidad intelectual es la que más contribuye al componente genético del
rendimiento académico (51%), seguida por la auto-eficacia (37%), el ambiente
escolar (20%), la personalidad (21%), el bienestar (8%) y los problemas de
conducta (21 y 16%).
La
salud y el ambiente familiar no contribuyen a la heredabilidad del rendimiento
académico”.
El análisis multivariado reveló que
los nueve predictores logran explicar el 75% de la heredabilidad del
rendimiento académico:
“Estos resultados ponen patas arriba algunos supuestos fundamentales
sobre la educación
(…)
la influencia genética es mayor en el logro escolar que en la inteligencia, y,
además, otros rasgos psicológicos se asocian al logro escolar en gran medida
por causas genéticas (es decir) la genética explica por qué los rasgos del niño
predicen el logro escolar: personalidad (92%), problemas de conducta (85%),
inteligencia (75%), auto-eficacia (64%) y bienestar (53%)”.
La cosa es bastante gorda.
Aunque los autores del estudio lo
nieguen cuando los periodistas les ponen el micrófono delante de la boca, la
conclusión es que a esa serie de factores que se suponían ajenos a la genética
(como la personalidad, la autoeficacia o los problemas de conducta) les pasa lo
mismo que a la capacidad intelectual. Es decir, que no escapan a la influencia
de las diferencias genéticas que separan a los estudiantes.
En cualquier caso, permítanme
comentar que tengo reservas sobre la calidad de esta investigación. Los grandes
números no son garantía de casi nada. Aquí se consideran más de trece mil
gemelos, pero una gran parte de los datos se recogen remotamente, incluso
mediante entrevistas telefónicas.
Si miramos la tabla de correlaciones
(S4) entre las variables, observamos que, por
ejemplo, el logro escolar correlaciona 0,58 con la capacidad intelectual, 0,49
con la auto-eficacia, 0,28 con la personalidad y 0,23 con los problemas de
conducta. Pero, a su vez, la inteligencia correlaciona 0,35 con la
auto-eficacia y 0,26 con los problemas de conducta. La auto-eficacia
correlaciona 0,36 con los problemas de conducta. El bienestar correlaciona 0,54
con el ambiente escolar y 0,61 con el ambiente familiar.
El cuadro es complejo. La correlación
entre las variables predictoras dificulta alcanzar una clara interpretación.
De hecho, uno de los resultados que
más me sorprende es la ‘escasa’ correlación (latente) de la capacidad
intelectual con el logro académico en esta muestra británica de gemelos.
En 2007 el grupo de Ian Deary publicó un
artículo en la revista ‘Intelligence’ en el que se informaba de un estudio
longitudinal con más de 70.000 niños ingleses. Se midió su inteligencia a los
11 años de edad y el rendimiento académico, con una prueba estándar, cuando
llegaron a los 16 años de edad. La correlación calculada entre el nivel
intelectual y el logro académico fue de 0,81.
Por otro lado, el estudio de PNAS
considera lo que sucede a los 16 años de edad, pero es fácil imaginar que
algunas de las variables que contribuyen a la predicción fluctúan en su
relevancia durante el recorrido educativo. Mientras que la capacidad
intelectual es un
rasgo escandalosamente estable, factores como la auto-eficacia o la personalidad
son más volátiles.
Un estudio longitudinal hubiera sido
bastante más revelador.
Al leerlo yo también he tenido la sensación de que los datos eran raros aunque se refirieran a un N muy grande.
ResponderEliminarHay valores de correlación que sorprenden como por ejemplo que la relación personalidad-rendimiento académico sea mayor que la relación inteligencia-rendimiento académico.
Cuando caes en la cuenta de cómo han calculado las puntuaciones agregadas de cada dominio ("The scales were standardized with a mean of 0 and a SD of 1.0 so that they contributed equally when summed and averaged for each domain", pag. 5) entiendes por qué obtienen resultados tan raros, :-)
No entiendo que los revisores hayan aceptado que las distintas escalas pesen igual en el concepto!!!! Tantos años de estudios factoriales tirados por la borda.....
Gracias M. Angeles. No quise hacer más leña del árbol caído, pero tu comentario me anima a ir un poco más allá. Las variables combinadas son un batiburrillo insufrible sin un significado claro en general, más bien todo lo contrario.
ResponderEliminar¿Qué es la auto-eficacia como combinado de auto-concepto, intereses y actitudes?
En personalidad se mezclan variables que sabemos poseen una correlación de escasa a nula.
¿Qué tienen que ver las relaciones problemáticas (exteriorización) con la depresión (interiorización)?
En suma, muchas de las variables combinadas son muy difíciles de interpretar conceptualmente.
Aunque suene 'talibán', la única que es clarísima es la inteligencia, medida con el Raven y el Mill-Hill.
La situación me recuerda a lo que sucede en psicología organizacional y la conclusión de Schmidt y Hunter sobre por qué g es el predictor más valioso en ese contexto.
En suma, hasta R. Plomin puede hacer cosas discutibles, incluso raras.
Gracias por las aclaraciones. Había leido el artículo en El País y me había parecido confuso, sesgado más bien por juicios previos más ideológicos que científicos. Luego ojeé el artículo original en inglés, pero no me sentía capaz de una valoración crítica del mismo dados mis escasos conocimientos de estadística. Estos comentarios permiten detectar algunos problemas. Por si acaso, he empezado a estudiar algo de estadítica.
ResponderEliminarCualquier investigación tiene problemas. Esta no es ninguna excepción. El mensaje es serio y conviene contribuir a separar el polvo de la paja (si es que se dice así).
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